20 julio 2007

nota: "Notas e imágenes" Página12

21 - 5 - 2005

Por alguna misteriosa razón, música y diseño resultan profesiones altamente compatibles y muchos profesionales las comparten. M2 recogió testimonios sobre los vínculos entre lenguaje, forma y procesos de trabajo que explicarían este llamativo matrimonio.
Cierto es que muchos músicos antes de vivir de su arte lo hacen de otras disciplinas. Pero, por qué tantos profesionales del diseño –gráficos e industriales– eligen también como vía de expresión la música. ¿Mera casualidad? ¿Vínculos tangibles entre la actividad proyectual y la música? ¿Tienen musicalidad los objetos?
Eso se preguntó el M2 cuando empezaron a sumarse los casos de bandas internacionales como los Talking Heads y locales como Babasónicos y Arbol, que cuentan con industriales en sus formaciones. Los testimonios fueron confirmando algunas relaciones estables entre música y diseño. O diseño y música, según quién lo cuente.
Básicamente, el emparentamiento de estas actividades creativas –al decir de algunos, son primas hermanas–, las semejanzas que haya en el método y hasta el compartir el mismo lenguaje. Por supuesto, ya en el terreno de lo concreto, el hecho puntual de que todos los consultados muestran en su actividad musical la hilacha del diseño. El arte de sus discos, los afiches, las fotos de la banda, las puestas en escena de sus shows, el vestuario y en algunos casos hasta la factura de sus equipos e instrumentos los delatan. Para abordarlo, hablamos con los que tienen conocimiento de causa, profesionales reconocidos en ambos frentes: música y diseño o, de nuevo, diseño y música.

El teóricoAlguien que no toca de oído en este tema es Marco Sanguinetti. Tal vez por una obsesión personal por unir sus pasiones, este también diseñador industrial, docente de la Universidad de Palermo y de Buenos Aires (FADU), socio junto a Daniel Wolf de un estudio propio con el que participan en concursos o responden a los más variados encargos (recientemente, el equipamiento de la disquería Zivals y un dosificador de medicamentos para la farmacia Colón) y reconocido compositor e interprete de piano, investiga desde hace un tiempo la musicalidad de los objetos. En un primer escrito de su autoría, “Pitágoras escucha música”, arriba a algunas conclusiones preliminares que lo hacen ir por más. Pero antes, vale dar cuenta de su historia personal.
“La gente que me conoce no sabe si soy músico o diseñador. Estudié piano desde los nueve años, pero como mi papá es pintor también estuve ligado desde chico a las artes plásticas. Siempre me interesó componer y cuando terminé el secundario se planteó el dilema. Por una necesidad de preservar mi pasión, mi relación con la música, decidí no transformarla en mi medio de subsistencia y opté por seguir la carrera de Diseño”, relata. Paralelamente seguía estudiando música (piano con Diana Schneider y composición con Marta Lambertini). “Igual, con los años, todo se fue mezclando y hoy –sostiene– el diseño se ha transformado en una pasión y la música se ha puesto un poco más seria (en septiembre saca su primer CD Improvisiones editado por el sello de jazz M.D.R.).
¿Hallazgos puntuales? “En lo personal dicen que mi música es muy visual. Que el estilo que compongo evoca formas e imágenes. Aunque estoy escribiendo un ensayo acerca de algunas ideas que tengo de cómo explicar la relación entre la música y los objetos. Como adelanto, diría que en el hecho compositivo musical se dan muchas cosas parecidas a lo que pasa en el hecho proyectual. Intuición, utilización de los recursos disponibles. Además –continúa– hay algo muy obvio que pasa entre la música y los objetos que es el propio instrumento musical. Ese es el primer lugar, en cierto modo, más explícito.”
Igualmente –aclara–, estos abordajes o casi podría decirse avistajes no comienzan con él. Muchos otros, como el eximio pianista y director de orquesta Daniel Barenboim lo ha estudiado. “El hecho de que cuando un músico se desplaza sobre la forma de un instrumento está describiendo formas musicales, con lo cual esas formas que describe con sus manos son formas que uno no sabe bien si le pertenecen a la música que está creando o al instrumento, es una forma que está en una dimensión tan abstracta queno se puede decir a quién pertenece. Ya que, por otra parte, esa forma que describe cada músico con sus manos en un instrumento es lo que hace de esa interpretación único o personal y esta puede haber sido quizá una de las primeras noticias de la relación música-objeto”, señala.
¿Qué toma el diseño de la música y a la inversa? “Yo escucho música en los objetos y veo objetos en la música. Me parece que la música que se puede escuchar en los objetos es una música inaudible pero existente y los objetos que se ven en la música son intangibles pero están. Muchos arquitectos han proyectado tomando armonías musicales, como también es muy conocida la anécdota de Pitágoras, que aseguraba que las estrellas y los astros producían una música perpetua que no escuchamos –la música de las esferas celestes– porque nacemos con ella”, relata.
Finalmente, ¿tienen musicalidad los objetos? “Estoy tratando de encontrar por dónde pasa. Igualmente hay algo que es más importante que todo esto en la relación a la música y el diseño y es que en realidad ambos son dos lugares que la gente elige para vivir intensamente la vida”, remata.
Parafraseando a Sanguinetti, quien en su estudio parafrasea a Goethe: “El sonido musical tiene acceso directo al alma. El hombre lleva la música en sí mismo”. Sí es así, les cabe una posibilidad a los objetos.

Luján Cambariere

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